VACIARSE PARA LLENARSE
“Yo sé muy poco, y lo poco que sé,
lo estoy desaprendiendo.
Yo que estoy, y a la vez no estoy,
me voy disolviendo
Este Yo que no soy yo,
poco a poco va surgiendo
Y yo, brotada del Yo,
la fuente que mana dentro”
Silvia Daya
¿Qué es la vida sin esa dimensión profunda que todo lo envuelve y lo penetra?
¿Qué es la vida sin Dios en el centro de nuestra existencia?
¿Qué sentido tiene pensar únicamente en lo efímero y material, muy lejos de proporcionarnos la verdadera felicidad, y perdernos así la mayor oportunidad de nuestras vidas?
El sentido de la vida es el autodescubrimiento, el continuo avanzar y finalmente aprender gracias a la escuela de la vida.
Es el bucear profundo para descubrir lo que somos realmente, lo que late en nuestro interior, estando esa dimensión divina nuestra perfectamente vinculada con Dios.
No se trata de aquel Dios que nos mira desde el cielo y nos señala con el dedo cuando erramos.
No es un Dios lejano y ajeno a nosotros: es en realidad nuestra esencia, íntima y personal, lo que somos en realidad, con cada latido, con cada paso recorrido, con cada aliento.
Puedes llamarlo Dios, Consciencia, la Fuente, el Ser… en definitiva, las palabras no pueden definir lo indefinible.
Hay algo más grande que nuestro pequeño yo, a merced de los vaivenes del mundo, modelado por la aparente realidad que nos circunda e influenciado por las particulares características de nuestra vida.
Hay una dimensión que nos une, inmensa, profunda, eterna y presente en todo, en toda la creación.
Dios es esa realidad ultima de la cual todos formamos parte. Está en cada uno de nosotros y a la vez en todo lo que existe, como una divina sustancia en la que nacemos, vivimos y nos disolvemos.
Él es la fuente, el rio y el mar, el principio y el final.
Él es lo que somos, ni más ni menos, y sin embargo, es mucho más.
¿y qué somos nosotros, los hijos de Dios? la forma en la que Él experimenta el mundo, integrándose en él por completo, lo impersonal personalizado. Nos sentimos perdidos en un principio, desorientados, para luego reencontrarnos, y liberarnos, y volver a Él, a la Fuente. Es inevitable.
No hay palabras suficientes para describir esa inmensidad: únicamente puede sentirse, experimentarse, vivirse, como una creciente paz y felicidad, como un amor radiante que te prende por dentro, el mismo que han sentido y sienten los místicos, del pasado y del presente.
Es este un AMOR con mayúsculas, más allá de nuestra limitada individualidad, un amor que se funde con el mundo y con la compasión hacia los demás, un amor que brota de dentro y se expande, y se siente, veraz, en el corazón, y no puede sino mostrarse en todo y compartirse con todos.
¿Qué sería de nuestra vida sin esta dimensión profunda?
¿Qué sentido tendría en realidad?
Seguimos buceando y buceando, porque quien busca… encuentra.
Bienvenido a lo Real, a esa parte de ti que no cambia con el tiempo ni se modifica con el espacio.
Bienvenido a ti, a tu Ser, a tu verdadera esencia, la fuente de toda Vida, la que late en tu interior.
Todos estamos unidos ahí, un solo corazón, vibrando al unísono.
A veces es necesario vaciarse de conceptos para dejar espacio a lo nuevo, para llenarse de Dios y del Espíritu, para desprenderse de lastres innecesarios o capas que ocultan la Realidad.
Vaciarse… para llenarse, de Dios y del Espíritu, un salto de consciencia para percibir finalmente ese latido común del Ser que somos.
Es ahí donde las enseñanzas tienen sentido y las leyes se hacen innecesarias, donde de forma natural se cumple aquello de “no harás a otro lo que no quisieras que te hicieran a ti” porque te has dado cuenta de que en realidad… no hay otro... sino Uno solo.
Vuelve a ti.
Regresa.
Es tiempo ahora de Renacer y caminar juntos.
Al igual que recordamos el nacimiento de Cristo durante la Navidad, así tu consciencia Cristica nace y brota en ti ahora, como una luz más brillante que el sol.
Ese es el verdadero renacimiento, el despertar de la consciencia en tu interior, una consciencia que siempre estuvo ahí, oculta bajo lastres y capas, esperando a ser descubierta.
Déjate ahora nacer, abrir los ojos… y Ver.
Renacer a una nueva vida, el alma henchida, y lleno el corazón.
Vaciarse… para llenarse… del Ser, de Dios, de la eterna presencia que somos, aquí y ahora, y así, comenzar a VIVIR.
Sólo amor, paz, felicidad.
Que así sea, para todos.
Silvia Daya
Instagram: @dayasilvia
YouTube:@dayasilvia
Sabias palabras llenas de inspiración
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