EL CAMINO DIRECTO HACIA EL SER
Como es arriba es abajo.
Lo que está dentro… también está afuera.
Eterna verdad encerrada en estas simples palabras.
Benditos los ojos que puedan contemplarlo.
Benditos los trabajadores en la luz en estos tiempos de cambio y profunda transformación.
Unidos en un mismo equipo, nos percibimos ahora más que nunca, porque nunca fue tan importante nuestra misión… todos en la misma dirección: El descubrimiento del Ser que somos, sentirlo y expandirlo al compartirlo.
Brillar más allá de la nube gris que en ocasiones nubla nuestro sentir y nos dificulta ver nuestra verdadera Realidad: la más pura Consciencia, que, como el sol, no deja de brillar detrás de las nubes, que lo eclipsan tan sólo aparentemente.
Sólo es una apariencia.
Todo es una apariencia… y nada es en realidad lo que aparenta ser.
La luz sigue ahí, es nuestra esencia, es lo que somos.
Basta dar un paso atrás y observar con amplitud, relajar nuestra visión sin esfuerzo y aprender a habitar ese espacio de silencio consciente, donde yace toda la información, toda la sabiduría.
Experimentar la vida desde ese espacio de sabiduría.
Residir en él por periodos de tiempo cada vez más prolongados.
Volver a él, una y otra vez, tras sumergirnos inconscientemente en la identificación con la aparente experiencia que nos circunda.
Cada vez es más fácil volver a ese espacio de paz y quietud.
Cada vez más tiempo ahí, hasta que gradualmente este se convierta en nuestro estado natural y seamos capaces de experimentar el Ser en su totalidad y de relacionarnos con el mundo desde ese lugar.
Cada uno su proceso, su espacio y su tiempo, su aprendizaje, sus emociones y desafíos, su particular sanación.
Cada uno a su vez siendo Uno… Uno que se ha expresado a través de una multiplicidad de objetos y seres, tomando la forma de la creación.
Nada de esto puede entenderse con la mente.
La experiencia se vive dentro, nace del más puro sentimiento de fondo, el latido más hondo del Ser.
La intuición nos va acercando a las verdades que aún no podemos comprender, pero que poco a poco nos van impregnando, convirtiéndose en nuestra esencia.
En realidad, lo que ocurre es que vamos recordando lo que ya somos, lo que siempre fuimos y habíamos olvidado, un conocimiento enterrado bajo capas y capas de condicionamiento, el autoengaño necesario para la experimentación aquí.
Lo que era eterno, ilimitado y omnipresente se contrajo a sí mismo en la experiencia de la creación y perdiéndose así en un punto de vista limitado… se olvidó de si mismo.
El momento llega, más tarde o más temprano, para comenzar a recordar, el primer paso para regresar.
Poco a poco el tiempo cesa de existir, se colapsan en un mismo punto el principio y el final, el origen y el destino, la horizontal línea vital de la existencia.
Todo es ahora en los recodos más profundos de la mente.
La dimensión vertical del Ahora.
La Fuente.
El principio y el final.
No estamos solos. Recibimos ayuda e inspiración.
La consciencia cósmica tomó muchas formas al contraerse, muchos niveles y dimensiones intermedias hasta llegar a la manifestación física.
Ángeles en el camino.
Santos, sabios y maestros que nos inspiran, seres excepcionales que nos sirven de ejemplo, que marcan la senda y los valores. La conciencia crística manifestada.
Destilando la esencia de sus enseñanzas para ir más allá de las compasivas concesiones realizadas por las diversas corrientes religiosas, espirituales y místicas… y aprender a llegar a la esencia de todas ellas, el corazón de la espiritualidad, la esencia de las esencias.
Encontrar así el Camino Directo a nuestro Ser, que late en nuestro interior.
Sumergirnos en nuestro propio infinito y nadar en él, como pez en el agua, como ola que es parte del océano, fundida en él, constituida de la misma materia que él.
Bendición y gracia.
Compleción del aprendizaje.
Comienzo del Cielo en la tierra, compartiendo nuestros dones y únicas cualidades.
Aquí y ahora.
Todo es posible.
Amor,
Daya
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THE DIRECT PATH TO BEING
What is above is below.
What is inside ... is also outside.
Eternal truth locked in these simple words.
Blessed are the eyes that can contemplate it.
Blessed are the light workers in these times of change and profound transformation.
United in the same team, we perceive ourselves now more than ever, because our mission was never so important… all in the same direction: The discovery of the Being that we are, feeling it and expanding it by sharing it.
Shining beyond the gray cloud that sometimes clouds our feelings and makes it difficult for us to see our true Reality: the purest Consciousness, which, like the sun, does not stop shining behind the clouds, which only apparently eclipse it.
It is only an appearance.
Everything is an appearance ... and nothing is really what it appears to be.
The light is still there, it is our essence, it is what we are.
It is enough to take a step back and observe with amplitude, relax our vision without effort and learn to inhabit that space of conscious silence, where all the information, all the wisdom lies.
Experience life from that space of wisdom.
Reside in it for longer and longer periods.
Return to it, again and again, after subconsciously immersing ourselves in the identification with the apparent experience that surrounds us.
Every time it is easier to return to that space of peace and calmness.
More and more time there, until gradually this becomes our natural state and we are able to experience the Self in its totality, and able to relate to the world accordingly.
Each one his process, his space and time, his learning, his emotions and challenges, his particular way of healing.
Each in turn being One… One expressed into multiplicity and diversity of objects and beings, taking the shape of creation.
None of this can be understood with the mind.
The experience is lived within, it is born from the purest deep feeling, the deepest heartbeat of Being.
Intuition brings us closer to the truths that we still cannot understand, but that little by little are permeating us, becoming our essence.
In reality, what happens is that we are remembering what we already are, what we always were and had forgotten, a knowledge buried under layers and layers of conditioning, the self-deception necessary for experimentation here.
What was eternal, limitless and omnipresent contracted itself in the experience of creation and thus lost itself in a limited point of view ... It forgot itself.
The moment comes, sooner or later, to begin to remember, the first step to return.
Little by little time ceases to exist, the beginning and the end, the origin and the destination, the horizontal vital line of existence, collapse at the same point.
Everything is now in the deepest recesses of the mind.
The vertical dimension of Now.
The source.
The beginning and the end.
We are not alone. We get help and inspiration.
Cosmic consciousness took many forms as it contracted, many levels and dimensions in between until it reached physical manifestation.
Angels on the way.
Saints, sages and masters who inspire us, exceptional beings who serve as an example, who mark the path and set values. Christ consciousness manifested.
Distilling the essence of his teachings to go beyond the compassionate concessions made by the various religious, spiritual and mystical currents ... and learn to reach the essence of all of them, the heart of spirituality, the essence of essences.
Thus, finding the Direct Path to our Being, which beats within us.
Immerse ourselves in our own infinity and swim in it, like a fish in the water, like a wave that is part of the ocean, melted into it, made up of the same matter as it.
Blessing and grace.
Learning completion.
Beginning of Heaven on earth, sharing our gifts and unique qualities.
Here and now.
Everything is possible.
Love,
Daya
(Eternal gratefulness to all masters of all times, specially to Rupert Spira and his non-dual teachings in this particular period of my life. I feel so grateful with him for being a source of such inspiration, insight and profound peace.)